Un
relato de acoso laboral.
Saludos cordiales, a
continuación le relato lo hechos que ocurrieron durante mi tiempo de
empleo para la peor compañía que he trabajado, a la cual me
referiré como WCorp. Algunos de estos hechos se encuentran en el
expediente del Negociado de Normas del Trabajo en Carolina, Puerto
Rico.
Comencé en el 2007
a laborar con W Corp. como recepcionista, por recomendación de una
pala o “digger”que le llamaré la Srta. Redonda, quien comenzó a
trabajar para esa empresa 3 meses antes como H.R. Clerk. Acepté el
empleo porque estaba haciendo una maestría en Relaciones Laborales y
no conseguía trabajo para pagarla. Como la mayoría de los
estudiantes de Puerto Rico, la pelambrera y la tela fría y vacía
entre mis bolsillos siempre han sido mi fieles compañeros. El mismo
día que fui a entrevista me contrataron, sin hacer verificación de
alguna clase (Bien profesionales. ¿No?) Pero magnífico, pensé,
pues conseguí un trabajo tan rápido. Estaba orgullosa de mis
destrezas y mis logros conseguidos con tanto esfuerzo.
Con mi libreta y
bolígrafo me dirigí al área de la recepción para comenzar el
adiestramiento. ¡Que mucho aprendí!. Aprendí de todo sobre la vida
de la recepcionista, ella contestaba su celular, más de lo que
contestaba el cuadro telefónico. Por curiosidad, le pregunté el por
qué de mi contratación, pues ya había una “recepcionista.”
¿Necesitaban dos? Pensé. Me contestó que le dieron una promoción y
que comenzaba en la plaza al siguiente día, ya eran las 4:00PM y
sólo me quedaba una hora para aprender sobre el cuadro. “Tendrás
tiempo mañana para adiestrarme?” Pregunté. Su contestación
básicamente fue: “ jódete con este peo, porque yo no tengo tiempo
para esta mierda.”
Realmente esas no fueron sus palabras, pero así
fue que lo interpreté. Tuve un momento de silencio para analizar la
situación, pero su celular con el tono del timbrado de Caramelo y
Chocolate de Iris Chacón resonó en toda el área. Desconozco la
razón por la cual no salí corriendo inmediatamente, ya habían
demasiadas señales, pero a $7.25 la hora, antes del cambio del
salario mínimo federal, sonaban mejor que lo que estaba devengando
en aquel momento; $0.00.
Sobreviví el
cuadro telefónico, y al mes fui promovida al departamento de
Servicio al Cliente para cubrir las vacaciones de una empleada. La
jefa de ese departamento estaba bien contenta con mi trabajo y quería
que la empleada se quedara en vacaciones permanentes para poder
quedarse conmigo. Hasta habló con los gerenciales para que me
cambiaran permanente a ese departamento.
¿Se atreven a
adivinar qué sucedió?
La jefa fue la que partió a unas vacaciones permanentes, pues falleció.
Que suerte la mía, pero que en paz descanse. Otra señal que ignoré.
Transcurrió el
tiempo, mientras me ahogaba en un mar de llamadas, de cien a
trescientas al día para ser precisa. Todos me miraban con desprecio
porque sólo era una recepcionista. Aparentemente es un trabajo
despectivo en ese lugar. El destino que no perdona, se encargó de
que las miradas despectivas se transformaran en miradas de respeto,
cuando una empleada de Recursos Humanos renunció, y me ofrecieron el
puesto. Me convertí en la nueva Representante de Recursos Humanos.
Con alegría, agradecí mi esfuerzo y me saborié los frutos,
ignorante de lo que el futuro me tenía planificado.
El siguiente día la
Srta. Redonda (HR Clerk) estaba llorando en la oficina de Recursos
Humanos. Su supervisora, a quien llamaré la Srta. Delgada la
consolaba, pues eran mejores amigas. La Srta. Redonda alegó que
lloraba porque su auto se averió y ella no tenía dinero para
arreglarlo. Yo tampoco provengo de una familia dotada de dinero,
por lo que entendí su llanto, pero no era para tanto. En mi caso, si
el carro se dañaba, no había madre en la cual no me defecara. Pero
las personas tenemos diferentes maneras de expresar nuestro sentir.
Comienzo mis labores
en mi nuevo y espacioso escritorio. Me senté, en mi nueva silla por
sólo cinco minutos pues la Srta. Delgada (Gerente del Departamento)
nos llamó a una reunión a la Srta. Redonda y a esta servidora a la
oficina del director para informar oficialmente que me otorgaron el
puesto de Representante de Recursos Humanos recién vacante. Podemos
notar que no se sigue el protocolo de empleo, pues dicha vacante no
fue anunciada en ningún otro medio, no fue posteada en ningún
tablón de expresión, ni periódico, ni anuncio.
La reacción de la
Srta. Redonda era de esperarse, fue de cuestionamiento y
resentimiento. En su confusión la Srta. Redonda preguntó la razón
de dicha determinación.
Juro que tengo un
sexto sentido increíble o superpoderes, pues escuché lo que ella
estaba pensando: “Me defeco en la madre que parió a esta puta. Le
conseguí el trabajo a esta idiota y ahora me quita mi oportunidad de
promoción. Ella quiere chavar pero ahora sí que va a saber quien es
Redonda.” Fue algo así más o menos editado en varias ocasiones,
pero por demás, entendí su frustración.
Delgada le comenta
que tomaron la decisión por mis estudios en Relaciones Laborales.
Salimos de la reunión y la Srta. Redonda nuevamente comenzó a
llorar. Sin haber ningún tipo de evaluación coordinada, la Srta.
Delgada le ofrece un aumento de $100 mensuales por “Gastos de
viaje” a la Srta. Redonda. Notese que la Srta. Redonda vivía a 15
minutos del lugar de trabajo y yo a 45 minutos, pero eso no era mi
incumbencia, ni mi problema. 45 minutos depués ya estaba en mi casa,
llevándole la buena noticia a mis orgullosos padres. Sin sospechar
lo que prontamente ocurriría.
Al otro día la
plaza que me ofrecieron, sin notificación alguna a mi persona, pasó
a ser de la Stra. Redonda.
¿Qué es esto?
Me molesté, obvio.
Me dicen una cosa y hacen otra. Lo percibí negativamente porque la
Srta. Redonda y la Srta. Delgada eran bien amigas a nivel personal.
Por la manera en que manejaron esta situación, en aquel momento debí
comprender el modus operandis de esa empresa. Yo simplemente estaba
deseosa de trabajar en lo que estudié. Pero hace mucho tiempo que
dejé de creer en la justicia, así supe que tendría que velar por
mis intereses y mi bienestar.
El
director de Recursos Humanos a quien llamaré el Sr. Cocoliso, junto
a la Srta. Delgada me reunieron más tarde para decirme que estaría
ocupando el puesto de “H.R. Clerk” a lo que indiqué que ese no
fue el acuerdo al que habíamos llegado el día anterior. Pregunté
si habían encontrado algo en mis capacidades que resultara en la
retracción de la oferta propuesta, a lo que se limitaron a
contestarme que la Srta. Redonda tenía la plaza y punto.
La
Srta. Delgada con énfasis argumentó que Redonda tenía la
experiencia requerida (Notar que sólo eran 3 meses), añadiendo que
estudios en una maestría y cito “no sirven de nada”, que además
ella tenía muchas amigas a las que podía ofrecerles el puesto.
¿Qué
clase de Gerente se expresa de esta manera? Pues una persona sin
profesionalismo alguno.
Me
molestó su actitúd. Pero muy amablemente le recordé de sus
corrientes estudios de maestría, pues ella estaba cursando una
maestría en aquel momento y simplemente pensé que sus palabras eran
contradictorias a sus acciones. ¿Para qué hacer una maestría si
según ella no sirve para nada? ¿No creen que es estúpido? Pues yo
sí.
El
Sr. Cocoliso interrumpe mi cuestionamiento y me pregunta: ¿Quieres
la plaza o no? (Refiriendose a HR Clerk) Le contesté que sí, pues
al final del camino, entrar al Departamento era mi meta y empezar por
algún lado era un paso.
Me
explican que estarían dividiendo las funciones de Representante
entre Redonda y yo. Me pareció totalmente justo pedir un cambio de
nombre de puesto, si iba a hacer funciones de representante, el
título de representante debía ir conjunto al Clerk. El Sr. Cocoliso
contesta “O.K.” y la Srta. Delgada le llamó la atención de una
manera muy casual, como si fueran marido y mujer. A pesar de estos
malos entendidos comencé a laboral con ímpetu y con la emoción de
estar en mi campo de estudio.
Pasó
el tiempo y comencé a notar un patrón de falta de ética departe de
la Srta. Redonda contra varios empleados, e incluso contra mi
persona. Les gritaba al frente de quien fuera, y los hacía sentir
menos. Llegaba tarde, luego de ponchar, bajaba a la cafetería a
desayunar, para luego repartir memos a los empleados, indicando que
no podían bajar a la cafetería, ni desayunar en horas laborables.
Se iba de almuerzo y ponchaba 15 0 30 minutos antes de la hora para
hacer tiempo extra, a veces se iba temprano, y nadie le decía nada.
Pues claro, su jefa era su mejor amiga. Los demás empleados
comenzaron a denigrar el departamento por practicar la moral en
calzones. Que mal ejemplo estaba presentando el departamento que se
supone siga las normas en vez de abusar de ellas.
Llegó
a un punto cuando la Srta. Redonda me salió con una mala-crianza, y
una falta de respeto frente a un empleado que buscaba una solución a
su problema, tuve que inmediatamente contener mi mano derecha,
morderme los dientes fuertemente para no utilizar la violencia y
restrallarla contra la pared. Decidí consultar la situación con el
Sr. Cocoliso y no con la Srta. Delgada, porque al verlas siempre irse
juntas de almuerzo y sus salidas personales en las noches, no veía
como dirigirme a la situación. Él me indicó que hablaría con
ella. Yo sé que no era mi posición, pero el Sr. Cocoliso, en esa
reunión privada me pidió que enderezara el Departamento de Recursos
Humanos, y que él sabía de la ineptitud de Redonda y Delgada. Pidió
de favor que le ayudara a re-establecer la imagen del departamento.
Luego de esta
reunión nos tuvimos una confianza peculiar. Sé que esto no se lo
dijo a Delgada, para no ofenderle. A Redonda ni la llamó a la
oficina. No hubo en ningún momento acción ante mi pedido.
Siguió el tiempo
transcurriendo y de repente, yo tenía que hacer casi todas las
tareas de Recursos Humanos porque la Srta. Delgada y la Srta. Redonda
se pasaban todo el día en “Facebook”, “MySpace”,
“Messenger”, hablando por el celular con sus amistades en alta
voz, haciendo tareas universitarias, entre otras cosas no
relacionadas al trabajo. Confirmé de esa manera que o el Sr.
Cocoliso no les dijo nada, y si les dijo algo, ellas no le hicieron
caso.
Me sentí incomoda
con la situación porque todo el peso del trabajo estaba cayendo
sobre mí y era la más baja en remuneración. Yo estaba haciendo
funciones gerenciales y funciones de la Srta. Redonda que no me
correspondían. Le pedí otra consulta al Sr. Cocoliso, esta vez me
contestó que él no podía hacer nada al respecto. Tremendo director
de Recursos Humanos, ¿No creen? Una persona que se supone tenga
ante su poder resolver los problemas entre los empleados y la
empresa. La persona que se supone tenga la solución y la autoridad
para ofrecer un ambiente laboral libre de acosos y abusos.
¿En serio? ¿Cómo
es posible que el director del Departamento de Recursos Humanos no
pueda hacer nada? ¿Qué es esto?
La situación fue
empeorando. Pero comencé a notar algo extraño. Estaba viendo que la
Srta. Redonda estaba dándose lujos, que con nuestros salarios eran
imposibles sostener, y con su historial de llanto por no tener
dinero, mi sexto sentido, que por cierto es muy pronunciado, sospeché
que la Sta. Redonda estaba haciendo algo indebido en el sistema de
nóminas. Sino tenía dinero para arreglar su carro, no debía tener
dinero para comprar carteras de marca y muchas otras cosas costosas.
Procedí a verificar los reportes del sistema en los cambios de
salarios. Sin querer destapé una caja de Pandora.
La Srta. Redonda
estaba cambiándose su salario a altas cantidades con la contraseña
y nombre de la Srta. Delgada, además en una ocasión utilizó el
mío. Imprimí el reporte como evidencia de mi hallazgo. En ese
momento yo estaba muy nerviosa, pero llamé al Sr. Cocoliso. Anterior
al comienzo de mi empleo ya habían surgido situaciones personales
sospechosas con la Srta. Redonda, lo que me dio a entender que la
Srta. Delgada no tenía nada que ver con los cambios de salario. El
Sr. Cocoliso, ante la delicada situación pidió mi opinión al
respecto, diciendo que iba a despedir a la Srta. Redonda y a la Srta.
Delgada también, a lo que le contesté que no creía que Delgada
estuviese involucrada. Despiden a la Srta. Redonda y pensé que era
el fin de ese incidente. Al menos eso creía yo.
Como siempre he
demostrado que soy una persona de confianza y de lealtad, sumándole que descubrí este último incidente de fraude hacia la compañía,
el Sr. Cocoliso me asignó tareas confidenciales que debieron haber
sido asignadas a la Srta. Delgada, ya que ella era la gerente de
Recursos Humanos. Aparentemente el Sr. Cocoliso no la creía capaz de
realizar dichas tareas. La Srta. Delgada le cuestionó a Cocoliso su
decisión de no darle las tareas confidenciales a ella y el por qué
me las estaba asignando a mí. En ese momento entendía que la Srta.
Delgada desconocía que había sido yo la que descubrió el esquema
de fraude de la Srta. Redonda. Esto fue confirmado más tarde con el
Sr. Cocoliso, quien hizo ver que se descubrió la situación por
medio de una auditoria.
Yo pensé que iban a
contratar a alguien para que ocuparan el puesto de Redonda, pero me
ofrecieron la plaza nuevamente y la acepté. También pensé que
entonces alguien ocuparía mi plaza, pero no fue así. El Sr.
Cocoliso indicó que el presidente de la compañía, a quien llamaré
el Lic. Cabrote, no quería a nadie más en Recursos Humanos y que la
plaza estaba cancelada.
Yo entendí que
podría ser posible entre Delgada y yo, correr el Departamento solas,
si ella dejara de estar, en buen español “mojoneando” y se
pusiera a trabajar.
El Sr. Cocoliso
estaba en proceso de hacer su doctorado y siempre estaba ocupado con
eso, por tanto estaba en manos de nosotras dos echar el Departamento
adelante. Todas las tareas de la Srta. Redonda me fueron asignadas
excepto el manejo de uno de los planes médicos, del cual se encargó
Delgada.
En otras palabras me
tocó hacer TODO el trabajo otra vez sola. Era una compañía de
sobre 850 empleados activos y de como 2,000 inactivos. Y bien rara la
vez se seguía el protocolo de debido proceso. Esto consistía en que
cada servicio tendría un tiempo de espera, como por ejemplo, una
verificación de empleo debía ser solicitada con 2 días de
anticipación y una corroboración de empleo debía ser solicitada
con 5 días de anticipación. En esa oficina las cosas nunca eran
así, todo era para ayer.
Entre
atender el teléfono, atender a las personas que entraban solicitando
empleo en plena recesión económica, mantener las tablas al día,
crear reportes, hacer las facturas del plan médico, visitar los
proyectos, entrar data a los dos sistemas, amonestar, coordinar
actividades para la oficina, verificar contratos, archivar, en fin un
sinnúmero de tareas, pedí que por favor contrataran a alguien, pero
siempre el Sr. Cocoliso decía que no, porque el Lic. Cabrote cerró
esa plaza.
La
Srta. Delgada no cambió su rutina diaria, se pasaba todo el día en
Facebook, hablando por el celular con sus amistades, haciendo
trabajos universitarios y dándome trabajos que le correspondían
para que los hiciera yo. Por tanto con la acumulación del trabajo de
Redonda el cual tampoco estaba al día, la falta de organización, la
desfachatez de la Gerente de Recursos Humanos y la falta de acción
del Director de Recursos Humanos, me elevaron el estrés a tal grado
que tuve que visitar un fisiatra y recibir una semana de tratamiento.
No
podía moverme por el dolor, caminar, comer, y estar acostada me
dolía sobremanera. Él doctor me diagnosticó espasmos severos, en
el área del cuello y hombros. Me indicó que yo debía tomar dos
semanas de tratamiento bajo descanso, a lo que le dije que no era
posible porque si eso ocurría, cuando regresara el trabajo iba a ser
triple, por lo que opté recibir tratamiento en las mañanas y
trabajar en las tardes. Colocando mi salud en segundo lugar por culpa
del trabajo.
A principios del
2009, le pedí a la Srta. Delgada que por favor me autorizara a
trabajar tiempo extra, porque se acercaba el tiempo límite de rendir
los reportes de OSHA (Occupational Safety and Health Act) con la
información del CFSE (Comisión del Fondo de Seguro del Estado) y
ella sólo se limitó a preguntarme: ¿Para qué?
Un poco sarcástico
que no sepa todo lo que había que hacer siendo la gerente del
departamento.
Más tarde la
secretaria legal, me llamó para indicarme que había llegado un
facsímil para el Departamento de Rec. Humanos. Saqué de mi tiempo y
bajé a buscarlo ya que el Dpto de Rec. Humanos no tenía facsímil.
Me percato que era un facsímil dirigido a la Srta. Delgada departe
de una amiga, era un trabajo para la universidad, el cual en horas
laborables la Srta. Delgada comenzó a hacer sin importarle sus
tareas laborales. Unas semanas antes, la Srta. Delgada había
amonestado a otra empleada por estar enviando “faxes” no
relacionados al trabajo. Este abuso de poder, ya me tenía loca.
Esta fue la gota que
colmó mi paciencia, pues mientras yo hacía el trabajo de ella, el
de la Srta. Redonda, el de archivar, el recién asignado trabajo de
salud y seguridad, más el mío, ella estaba haciendo tareas
universitarias personales en horas laborables.
Que clase de ovarios,
mi salud física estaba completamente afectada, estaba medicada y
ella bien feliz con su mega salario y su salud intacta.
Ante la inacción
del director más todo el estrés, cometí el error de sentarme a
escribir en ese momento de ira, por correo electrónico a los jefes
“grandes” de la compañía. Ya que escribí las cosas como las
sentía y no como debí expresarlas. Pero para mi defensa yo estaba
desesperada y no sabía que más hacer.
Ningún ejecutivo
me ayudaba. Escribí una descripción de puesto de casi doce páginas, explicando todo lo que yo tenía que hacer. Añadí todo lo que ella
estaba haciendo, por ejemplo, nada laboral, y se me salió La Comay
que tenía guardada. Espepité que llegaba tarde, que se iba
temprano, que no ponchaba cuando se supone que los gerentes poncharan
una vez llegaran, que se tomaba dos horas de almuerzo, y expuse todo
lo que hacía mientras se suponía que estuviese trabajando,
añadiendo que todo ese trabajo ella lo dejaba en mis manos. Que esto
era un abuso de poder. Que además recurrí a los canales
correspondientes y nada ocurría. Pedí ayuda porque la carga de
trabajo era inmensa para mi sola. No lo hice para hacerle daño a
ella, pero lo hice para que entendieran mi calvario. Para que por lo
menos uno de ellos resolviera esta situación.
Que sorpresa más
grande cuando esto fue clasificado como algo personal, cuando
simplemente era un asunto laboral.
Para “arreglar”
un poco la situación en el departamento el Lic. Cabrote, presidente
de la compañía, me reunió en su oficina. Esta persona recién se
había divorciado, y comenzó a salir con una chica con quien yo
tenía una amistad en el trabajo, al mismo tiempo esta persona
también salía con la Srta. Delgada, ambas estaban enteradas y en
fin lo que suceda en la cama de otros no es mi problema.
Les explico esto fuera de contexto para que entiendan, el por qué ellos
interpretaron esta situación seria como una completamente infantil.
El Lcdo. Cabrote se
reunió conmigo para discutir la situación, alegó que como soy
amiga de una, por eso es que estoy molesta con Delgada. Sinceramente
por poco convulso, no podía entender cuan alto era el ego del
presidente para que pensara que YO me prestaría para esas niñerías.
Le contesto que mi
problema con la Srta. Delgada jamás ha sido personal. En todo
momento mis alegaciones han sido laborales, tenía mucho trabajo y
ella no hacía nada para ayudarme siendo mi supervisora. Que todo lo
contrario, me daba más trabajo e incluso el trabajo que él estaba
pagándole a ella para que hiciera.
En todo caso lo
debería interpretar a la inversa, será que ella no me ayuda porque
soy amiga de la otra. ¿No creén?
El Lic. Cabrote dijo
que iba a hablar con el Sr. Cocoliso para tratar de resolver la
situación. Deciden abrir una plaza (luego de 6 meses de súplicas) y
contratan a la Srta. Garritas, en carácter temporero. En este tiempo
tengo todo el estrés del trabajo más el estrés de adiestrar.
Ahora como destapé
le ineficiencia laboral de Delgada comenzaron los abusos en contra
mía a ser más notables. La Srta. Delgada buscaba cualquier
minúscula situación en su poder para mortificarme y bombardearme
con más trabajo. Hasta cierto punto entendía su molestia por
haberla acusado ante todos los gerenciales, pero ella no me permitía
hablarle de la situación, siempre que infería que algo que ella
hacía me incomodaba o estaba mal, rápidamente me daba una mirada de
indiferencia e intimidación, esto era previo a la situación.
Traté de aguantar
sus cosas, pero ella siguió con los abusos, dándome más tareas, y
asignándome funciones que le correspondían a ella. Siguieron como
sea los abusos y esta vez la nueva recepcionista también se unió a
la campaña de abusos, y entre las dos me hacían la vida imposible.
Buscaba cualquier mínimo error que cometiera, y lo sacaba de
proporción. Tenía el descaro de ordenarme a buscar expedientes, la
vagancia no le permitía caminar hacia el archivo, por tanto tenía
yo que buscárselos. Me hacía esto para atrasarme en mi trabajo.
En una próxima
ocasión nos reúne el auditor de la compañía, el Sr. Tonto, quien
pregunta el porqué de mi descontento. El Sr. Tonto acababa de llegar
a la compañía como Auditor, (primo del presidente, y no entiendo al
sol de hoy su incumbencia en el asunto), al llegar nuevo no está al
tanto de lo que ha sucedido, pero cabe la posibilidad que haya estado
influenciado por su primo. Decido explicarle la situación y luego se
reúne con Delgada. En ningún momento discutieron los resultados con
mi persona. Más tarde me enteraría de ello.
Mientras archivaba
unos papeles en el expediente de Delgada me percato que no le dieron
ni una amonestación verbal, ni escrita por lo ocurrido con la Srta.
Redonda, ni por lo de mi caso. Sólo había un memo que el Sr.
Cabrote le mandó a hacer por no haber hecho un trabajo a tiempo con
fecha de cuatro años atrás. Lo que valida mi punto de que ella no
trabaja. Su escritorio siempre estaba lleno de papeles, y todos
pensaban que ella tenía mucho trabajo por todo ese papeleo, lo que
no sabían era que como NUNCA hacía nada, todo estaba acumulado y
poco a poco lo archivaba sin trabajarlo. Situación con la que me
encontré cuando tuve que cubrirle unas breves vacaciones.
El
odio de Delgada a mi persona la llevó a darme una amonestación
injustificada. La Srta. Garritas y yo ponchamos para irnos de
almuerzo a las 12:08pm, regresamos y ponchamos a la 1:07pm. El lunes
cuando la supervisora de nóminas nos entrega el reporte para que
verificáramos las horas, me percato que ese día la hora de almuerzo
tanto mía como la de Garritas estaba incorrecta.
El
sistema de ponche, tiene un reporte de cuadre de 7 minutos, por
ejemplo si yo ponché a la 12:07pm, el reporte dirá que yo ponché a
las 12:00pm, si ponché a las 12:08pm el reporte dirá que ponché a
las 12:15pm. (Se cuadra a 15 minutos)
Esto
fue lo que sucedió, como Garritas y yo ponchamos a las 12:08pm
el reporte registró que ponchamos a las 12:15pm, al regresar
ponchamos a la 1:07pm,
el sistema registró que ponchamos a la 1:00pm.
Por
tanto tomamos un almuerzo de 59 minutos y el sistema reflejó que
tomamos un almuerzo de 45 minutos.
Sospechando
que esto podría traer problemas, (recuerden mi sexto sentido
pronunciado) imprimí un reporte que mostraba la hora real de los
ponches de nosotras y escribí que ni Garritas ni yo habíamos
incurrido en horas extras por tanto era innecesario el papel de
autorización de horas extras.
Lo
llevé a nóminas donde se encontraba la supervisora de nóminas
junto a su jefa, ambas se percatan del error y autorizan a hacer el
cambio en el sistema. Una vez haces el cambio, el horario anterior se
elimina del sistema. Añadí el reporte que imprimí con la
explicación, al reporte de nuestras horas y se lo entregué a la
Srta. Delgada, quien eventualmente lo firmó y lo pasó para que
nóminas lo procesara.
Quise
prevenir que tomara esto de excusa para amonestarme porque yo sabía
que ella me quería hacer daño. Una vez firmado, se procesa, cobro y
se acaba el asunto. Pero para confirmar mis instintos que la Srta.
Delgada me quería hacer daño hizo lo insólito, me llamó a la
oficina para darme una amonestación
escrita (Se supone que primero sea una
amonestación verbal pero el punto era JODERME) por 2 cosas:
#1. Por haber ido a
Nóminas sin antes haberle pedido autorización, porque era de mi
conocimiento que ninguna hora incurrida puede reajustarse sin haber
sido aprobada.
#2 Por haber
incurrido en horas extraordinarias sin la debida aprobación.
Me molesté a tal
grado que comencé a temblar de la ansiedad, la ira y el nerviosismo.
Me contuve y le contesté:
“Yo expliqué la
situación en el reporte, no es mi problema que firmes documentos sin
antes verificar su contenido.” -Contesté a la defensiva, NUNCA he
sido de carácter blando. Soy luchadora y no me hago la víctima como
los abogados quieren que sea. Me defiendo con uñas y dientes y eso
aparentemente me perjudica. O sea, tienes que hacerte el sumiso, el
idiota y la víctima, para poder quedar bien ante todos. Pues NOOOO.
Me rehúso. Ese no es mi estilo y nunca lo será. Un abuso es un
abuso, se lo hagas a un criminal o a un niño. No debe importar
contra quién se cometa si es un daño deliberado, es un abuso y
punto.
Seguí con mi
contestación:
“#1 ¿Dónde dice
que tengo que pedirte autorización para ir a Nóminas?
#2 ¿Dónde dice
que incurrí en horas extras?.”
Incrédula, Delgada
pidió el reporte a la supervisora de nóminas y se percató que de
hecho la explicación estaba en el reporte.
Su cara de sorpresa
y decepción me hizo saber que sus intenciones de hacerme daño eran
evidentes. Además consideré que eso NO fue un reajuste porque
mostré evidencia de que no incurrí en ninguna hora extraordinaria.
Le dije que no iba
a firmar la amonestación porque la misma la iba a impugnar con el
Licenciado de la compañía, a quien llamaré el Lic. Tráfala
(cuñado del presidente de la compañía) y no la iba a firmar además
porque no iba a permitir que siguieran hostigándome de esa manera.
Ella nunca amonestó
en ninguna ocasión a la Srta. Redonda, sabiendo que ella incurría
en horas extraordinarias, tomaba las horas de almuerzo a su gusto y
llegaba tarde. Esto era prueba de una agenda en mi contra.
Asustada me
contesta que Redonda no tiene nada que ver con la situación y le
pregunté el porqué entonces me estaba amonestando por algo que la
Srta. Redonda hacía siempre.
No me contestó y
procedió con el memo. Le dije que dejara el hostigamiento y que
había llegado al colmo, por querer amonestarme por un minuto de
menos. Es en este momento en que saqué una cita con la abogada para
ver que podíamos hacer. Me recomendó que le podía hacer una carta
de cese y desista, pero corría el riesgo del despido, le dije que no
quería hacer esto para evitar ese despido. Pues realmente necesitaba
un sustento, mi padre estaba enfermo y en sus meses finales. No podía
darme el lujo a que me despidieran.
La impugnación del
memo fue cuesta arriba. Nadie hizo nada, ignorando como siempre mis
reclamos. Era un complot en mi contra, haciéndome la vida imposible
para obligarme a renunciar. Estaba totalmente desamparada. En toda
reunión el Sr. Cocoliso destacaba que tenía el poder de terminar mi
empleo en cualquier momento. Era un constante abuso, mi estado mental
fue deteriorándose cada vez más. En esos momentos también mi padre
muere de cáncer, dejándome como el único sustento de la casa.
El Sr. Cocoliso y
varios compañeros asistieron al funeral, Delgada me dieron el pésame,
pero sentí la hipocresía de estas personas. El presidente Lic.
Cabrote tuvo la desfachatez una semana luego de mi padre fallecer,
decirme que me veía fatal. ¿Cómo carajos quería él que yo me
sintiera? En ese momento deseé que un misil se escapara de Iraq y
aterrizara en su calva. Nunca dije nada.
Luego de esto ellos
me sacaron de Rec. Humanos, me cambiaron por alguien que no tenía ni
experiencia, ni estudios en el área laboral. Me enviaron para una
planta de reciclaje a trabajar como Asistente de Operaciones.
Traté de buscarle
el lado positivo a la situación, quedaba más cerca de mi casa y
sobre todo no tendría que soportar los atropellos de Delgada ni los
de Cocoliso. Para mi sorpresa este lugar era un exilio, siempre
despiden injustificadamente a las personas desde ese lugar.
Aún así di lo
mejor de mi. Traté de ponerme al día con las operaciones, pero el
plan de sacarme de la compañía todavía estaba en pie, pues a un
mes de mi padre fallecer el ingeniero que llamaré Ing. Excremento,
quien conocía mis situaciones fue enviado por el Sr. Cocoliso para
calumniarme y encontrar razones ambiguas y sin base para despedirme,
hasta cuestionarme por el paradero de mi celular personal. En un
paseo por la planta me preguntó: “¿Por qué no tienes el celular
en tus manos?” Le contesté: “Ing. Excremento, con todo el
respeto que usted se merece debo indicarle que la compañía no me
paga celular, ni aporta a la mensualidad de mi celular personal por
lo que entendía no era una obligación cargar con el mismo. Pero si
quiere busco mi celular.” El día después de la visita con intenciones evidentes de despedirme por el Ing. Excremento, el Sr. Cocoliso me dice que estoy despedida como
si yo fuera una animal con su dedo apuntando para la puerta, todo
esto frente al supervisor de la planta. (-Bien profesional departe de
un Director- estoy siendo sarcástica) Le doy las gracias al
supervisor de la planta por toda su ayuda y por ser la única persona
decente en ese lugar de trabajo.
Sólo escribir
estas cosas afectan grandemente mi salud mental y física. Todas las
cosas injustas que vi en ese departamento, me afectaron mucho.
Despedir 30 empleados por una supuesta restructuración para que el
presidente de la compañía llegara con un nuevo BMW, para aumentarse
el sueldo entre ellos mismos, y despedir empleados que les caían
pesados en nombre de la resrtucturación. Descarados, malnacidos. En
aquellos momentos de mi vida estaba tan afectada que no pude
comprender la magnitud del daño que me habían hecho. Recurrí a la
bebida para aliviar mis dolencias, pero nada resolvía y ya por lo
menos rectifiqué este daño. No los demandé porque la justicia en
Puerto Rico es sólo para aquel que puede pagar por ella.
En aquel entonces
no tenía medios para pagarle a un abogado y mucho menos irme en
contra de una compañía multimillonaria. Lo que me hicieron no sólo
acabó con el despido, mi presión sanguínea aumentó, la depresión
fue extremadamente severa, aumenté 60 libras mientras me acosaban y
20 adicionales luego del despido. No tenía plan médico para ir al
doctor. Estos individuos me troncharon la vida, intenté suicidarme
en varias ocasiones sin éxito, casi me rendí. ¿Cómo los iba a
demandar y reclamar mis derechos cuando me dejaron prácticamente en
la calle y con la salud afectada?. No quería hablar con nadie y
mucho menos saber de nadie, esto desde antes del despido. Llegaba a
mi casa y me encerraba en el cuarto y no pude disfrutarme los últimos
días de mi padre en esta tierra antes de caer grave.
Decidí llevar al
caso a Normas y Salarios, esto fue sólo el comienzo de mi batalla
con esta agencia, la reclamación la tomó una empleada con la cual
estaba complacida por como me trató. Luego me entrevistó la Sra.
Yadira Veguilla, inmediatamente quería que me atendiera otra
persona, pues se atrevió a decirme que ella conocía a Delgada, pero
fue la asignada a atender mi caso. Ya yo estaba en la defensiva al
decirme que conocía a Delgada, pero decidí darle el beneficio de la
duda y para no perjudicarla a ella en su trabajo no pedí que me
cambiaran de investigadora.
Ella me mal informó
diciéndome que yo no podía demandar a la empresa porque para eso
estaban ellos. Además procedió a decirme que mi tono en los correos
electrónicos eran subidos, sin saber todas las refutaciones y las
razones por las cuales eran así. No obstante, recomendó el caso
como uno no justificado por entender que el patrono no siguió el
proceso debido establecido en el manual de empleados, procediendo con
la terminación sin antes seguir la acción disciplinaria, que en lo
que ella leyó correspondía una suspensión, sin verificar lo que yo
reclamaba por acoso laboral, me dieron una amonestación escrita
totalmente inválida.
WCorp. omitió en todo momento que hubo acoso laboral y el ex-patrono
se dedicó a incluir en su informe correos electrónicos incompletos
para distorsionar mi carácter. Luego recibo una llamada departe de
Veguilla que nuevamente me subió la presión sanguínea, esta vez
Cocoliso la contactó para decirle que una empleada llamada
Margarita, dijo unas cosas que alegan salieron de mi boca, las cuales
no son ciertas y les pedí que le dijeran a la empleada que lo
hiciera con una declaración jurada.
De
esta manera Veguilla me dio a entender que estaba recibiendo
información adicional fuera del marco de su investigación.
Evidenciando otra estrategia que utilizaba mucho Cocoliso en casos de
despidos injustificados.
En
fin, la empleada nunca dió esa declaración jurada y si lo hizo
nunca fui informada de la misma. Esta agencia se tardó 10 meses en
investigar el caso. Yo necesitaba ganarme un sustento para poder
comer, por lo que me fui brevemente a Estados Unidos en busca de
empleo. Antes de irme decido visitar la oficina para preguntar que
procedería en mi caso si yo me voy del país. Rápidamente la
investigadora Veguilla me contesta que me archivan el caso.
Le pregunté que si
podía dejar a un abogado a cargo y me contestó que no, porque
perdería jurisdicción. O sea pretenden que me muera de hambre pues
en Puerto Rico no hay trabajos y ellos se dieron su puesto en
investigar el caso. En junio 2010 a mi hermana le hicieron una
operación delicada en el cerebro, vine a estar con ella en sus citas
previas a la operación y quedarme cuidándola post-operación.
Lamentablemente
esta operación coincidió con una citación que esa oficina de
Normas y Salarios me hizo. Responsablemente llamé para posponer la
misma, la Sra. Veguilla se había ausentado por lo que pedí me
comunicaran con el director. Me contestó el Sr. Luis Figueroa y le
expliqué mi situación personal. Él me dijo que me ayudaría con el
caso y me daría los resultados de la investigación, pero nunca me
llamó.
Envié una carta
pero ellos alegan que nunca la recibieron y procedí a enviar una
versión mejorada y certificada, esa sí la recibieron. En vez de
darme los resultados de la investigación lo que hicieron fue
archivarme el caso y aclararme que sí podía tener representación
legal. Yo no tenía dinero para pagarle a un abogado. No tenía
trabajo, no tenía dinero para regresar a Puerto Rico y refutar, las
alegaciones y apelar a que no cerraran el caso.
Con los gastos de
la operación en donde me encuentro no había dinero ni para comida.
Pasé un período de hambruna, pase fríos pues no había dinero para
la calefacción, la depresión era horrible, y mucho menos podía
visitar un doctor pues no tenía con qué pagarle.
El carro que tenía
en Puerto Rico fue reposeído por el banco. Estas personas me dañaron
el crédito. No ha sido nada fácil mi vida y me ha costado muchísimo
volver a ponerme en pie. Ahora pude conseguir un trabajo pero
todavía tengo pesadillas de que mi nuevo patrono contacte a estos
MAL-NACIDOS, y ellos le hablen mal de mí. He ahorrado todo para
poder pagar ahora un abogado, pues los abogados que había tenido
previos me han fallado y se tomaron su puesto en hacerlo. Resulta que
nadie quiso tomar mi caso.
Me
tardé en reclamar mis derechos no por falta de ganas, sino por falta
de recursos, y ahora que los tengo no puedo hacer nada porque NINGÚN
abogado se digna en ayudarme y el tiempo límite es en Julio de este
año 2012. Sólo tengo un mes para que mis reclamos sean atendidos
pero estoy lejos. Una abogada quiso ayudarme pero no tiene el tiempo
para hacerlo, le agradecí su gesto. Pero ahora mismo estoy
totalmente decepcionada con el sistema de burocracia de Puerto Rico.
Estos atropellos necesitan ser rectificados. De no ser para mi, para
futuras víctimas de Acoso Laboral.
Por
lo menos he caído sabiendo que lo intenté y que no permití que
estas personas inescrupulosas destruyeran mi vida por completo sin yo
por lo menos dar la batalla. Tenemos que exigirles al gobierno que
dejen de estar doblándose en cuatro para las empresas y se den cuenta
que a los riquitos hay que pararles el caballito y hacerles pagar el
precio de la ley como mismo le hacen a Juan del Pueblo.
No
quiero desearles mal a nadie, pero estas personas merecen lo
siguiente:
Al
Sr. Cocoliso, que la mujer quien es 30 años menor que él se acueste
con su hijo Cocoliso Jr. y tenga una muerte de esas en la que una
compactadora del camión de basura se safe y le abra el cerebro y no
le quieran pagar el seguro a su familia como le hicieron a uno de los
empleados.
A
la Srta. Delgada, no le deseo la muerte, pero se merece que su nuevo
patrono se la lleve a la cama y le pegue el sífilis, la gonorrea y
todas las enfermedades sexuales que se merece. Además de que le den un exagerado volumen de trabajo que la lleven a la locura.
Al
Sr. Excremento: el mundo sería un mejor lugar si se tirara desde la
azotea del Pent-House, o si accidentalmente se tropezara y terminara
en la trituradora de metal del propio centro de reciclaje que usted
creó.
Al
Sr. Cabrote: sólo le deseo dos cosas. #1. Que sea pobre por el resto
de su vida. #2. SIDA.
Al
Sr. Tráfala: que siga lambiéndole el rotito a la familia de
degenerados a la que pertenece.
Al
Sr. Tonto: sólo que le de incontinencia urinaria en todos lados y
sin usar Depends.
A la Srta. Garritas: por no haberme dado copia del memo injustificado luego de haberle enseñado todo lo que sabía, más sabiendo las injusticias no habló, mereces romperte la otra pierna y que tu nuevo marido siga siéndote infiel.
Bolas
de degenerados, mal-nacidos y descarados. Espero que les de piojos en
sus genitales y terminen en un manicomio.
¿Me
desahogue? Creo que sí...
Atentamente,
Jannelle