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Sunday, June 24, 2012

Desahogo de mi Acoso Laboral en Puerto Rico


Un relato de acoso laboral.

Saludos cordiales, a continuación le relato lo hechos que ocurrieron durante mi tiempo de empleo para la peor compañía que he trabajado, a la cual me referiré como WCorp. Algunos de estos hechos se encuentran en el expediente del Negociado de Normas del Trabajo en Carolina, Puerto Rico.
Comencé en el 2007 a laborar con W Corp. como recepcionista, por recomendación de una pala o “digger”que le llamaré la Srta. Redonda, quien comenzó a trabajar para esa empresa 3 meses antes como H.R. Clerk. Acepté el empleo porque estaba haciendo una maestría en Relaciones Laborales y no conseguía trabajo para pagarla. Como la mayoría de los estudiantes de Puerto Rico, la pelambrera y la tela fría y vacía entre mis bolsillos siempre han sido mi fieles compañeros. El mismo día que fui a entrevista me contrataron, sin hacer verificación de alguna clase (Bien profesionales. ¿No?) Pero magnífico, pensé, pues conseguí un trabajo tan rápido. Estaba orgullosa de mis destrezas y mis logros conseguidos con tanto esfuerzo.
Con mi libreta y bolígrafo me dirigí al área de la recepción para comenzar el adiestramiento. ¡Que mucho aprendí!. Aprendí de todo sobre la vida de la recepcionista, ella contestaba su celular, más de lo que contestaba el cuadro telefónico. Por curiosidad, le pregunté el por qué de mi contratación, pues ya había una “recepcionista.” ¿Necesitaban dos? Pensé. Me contestó que le dieron una promoción y que comenzaba en la plaza al siguiente día, ya eran las 4:00PM y sólo me quedaba una hora para aprender sobre el cuadro. “Tendrás tiempo mañana para adiestrarme?” Pregunté. Su contestación básicamente fue: “ jódete con este peo, porque yo no tengo tiempo para esta mierda.” 
Realmente esas no fueron sus palabras, pero así fue que lo interpreté. Tuve un momento de silencio para analizar la situación, pero su celular con el tono del timbrado de Caramelo y Chocolate de Iris Chacón resonó en toda el área. Desconozco la razón por la cual no salí corriendo inmediatamente, ya habían demasiadas señales, pero a $7.25 la hora, antes del cambio del salario mínimo federal, sonaban mejor que lo que estaba devengando en aquel momento; $0.00.
Sobreviví el cuadro telefónico, y al mes fui promovida al departamento de Servicio al Cliente para cubrir las vacaciones de una empleada. La jefa de ese departamento estaba bien contenta con mi trabajo y quería que la empleada se quedara en vacaciones permanentes para poder quedarse conmigo. Hasta habló con los gerenciales para que me cambiaran permanente a ese departamento.
¿Se atreven a adivinar qué sucedió?
La jefa fue la que partió a unas vacaciones permanentes, pues falleció. Que suerte la mía, pero que en paz descanse. Otra señal que ignoré.
Transcurrió el tiempo, mientras me ahogaba en un mar de llamadas, de cien a trescientas al día para ser precisa. Todos me miraban con desprecio porque sólo era una recepcionista. Aparentemente es un trabajo despectivo en ese lugar. El destino que no perdona, se encargó de que las miradas despectivas se transformaran en miradas de respeto, cuando una empleada de Recursos Humanos renunció, y me ofrecieron el puesto. Me convertí en la nueva Representante de Recursos Humanos. Con alegría, agradecí mi esfuerzo y me saborié los frutos, ignorante de lo que el futuro me tenía planificado.
El siguiente día la Srta. Redonda (HR Clerk) estaba llorando en la oficina de Recursos Humanos. Su supervisora, a quien llamaré la Srta. Delgada la consolaba, pues eran mejores amigas. La Srta. Redonda alegó que lloraba porque su auto se averió y ella no tenía dinero para arreglarlo. Yo tampoco provengo de una familia dotada de dinero, por lo que entendí su llanto, pero no era para tanto. En mi caso, si el carro se dañaba, no había madre en la cual no me defecara. Pero las personas tenemos diferentes maneras de expresar nuestro sentir.
Comienzo mis labores en mi nuevo y espacioso escritorio. Me senté, en mi nueva silla por sólo cinco minutos pues la Srta. Delgada (Gerente del Departamento) nos llamó a una reunión a la Srta. Redonda y a esta servidora a la oficina del director para informar oficialmente que me otorgaron el puesto de Representante de Recursos Humanos recién vacante. Podemos notar que no se sigue el protocolo de empleo, pues dicha vacante no fue anunciada en ningún otro medio, no fue posteada en ningún tablón de expresión, ni periódico, ni anuncio.
La reacción de la Srta. Redonda era de esperarse, fue de cuestionamiento y resentimiento. En su confusión la Srta. Redonda preguntó la razón de dicha determinación.
Juro que tengo un sexto sentido increíble o superpoderes, pues escuché lo que ella estaba pensando: “Me defeco en la madre que parió a esta puta. Le conseguí el trabajo a esta idiota y ahora me quita mi oportunidad de promoción. Ella quiere chavar pero ahora sí que va a saber quien es Redonda.” Fue algo así más o menos editado en varias ocasiones, pero por demás, entendí su frustración.
Delgada le comenta que tomaron la decisión por mis estudios en Relaciones Laborales. Salimos de la reunión y la Srta. Redonda nuevamente comenzó a llorar. Sin haber ningún tipo de evaluación coordinada, la Srta. Delgada le ofrece un aumento de $100 mensuales por “Gastos de viaje” a la Srta. Redonda. Notese que la Srta. Redonda vivía a 15 minutos del lugar de trabajo y yo a 45 minutos, pero eso no era mi incumbencia, ni mi problema. 45 minutos depués ya estaba en mi casa, llevándole la buena noticia a mis orgullosos padres. Sin sospechar lo que prontamente ocurriría.
Al otro día la plaza que me ofrecieron, sin notificación alguna a mi persona, pasó a ser de la Stra. Redonda.
¿Qué es esto?
Me molesté, obvio. Me dicen una cosa y hacen otra. Lo percibí negativamente porque la Srta. Redonda y la Srta. Delgada eran bien amigas a nivel personal. Por la manera en que manejaron esta situación, en aquel momento debí comprender el modus operandis de esa empresa. Yo simplemente estaba deseosa de trabajar en lo que estudié. Pero hace mucho tiempo que dejé de creer en la justicia, así supe que tendría que velar por mis intereses y mi bienestar.
El director de Recursos Humanos a quien llamaré el Sr. Cocoliso, junto a la Srta. Delgada me reunieron más tarde para decirme que estaría ocupando el puesto de “H.R. Clerk” a lo que indiqué que ese no fue el acuerdo al que habíamos llegado el día anterior. Pregunté si habían encontrado algo en mis capacidades que resultara en la retracción de la oferta propuesta, a lo que se limitaron a contestarme que la Srta. Redonda tenía la plaza y punto.
La Srta. Delgada con énfasis argumentó que Redonda tenía la experiencia requerida (Notar que sólo eran 3 meses), añadiendo que estudios en una maestría y cito “no sirven de nada”, que además ella tenía muchas amigas a las que podía ofrecerles el puesto.
¿Qué clase de Gerente se expresa de esta manera? Pues una persona sin profesionalismo alguno.
Me molestó su actitúd. Pero muy amablemente le recordé de sus corrientes estudios de maestría, pues ella estaba cursando una maestría en aquel momento y simplemente pensé que sus palabras eran contradictorias a sus acciones. ¿Para qué hacer una maestría si según ella no sirve para nada? ¿No creen que es estúpido? Pues yo sí.
El Sr. Cocoliso interrumpe mi cuestionamiento y me pregunta: ¿Quieres la plaza o no? (Refiriendose a HR Clerk) Le contesté que sí, pues al final del camino, entrar al Departamento era mi meta y empezar por algún lado era un paso.
Me explican que estarían dividiendo las funciones de Representante entre Redonda y yo. Me pareció totalmente justo pedir un cambio de nombre de puesto, si iba a hacer funciones de representante, el título de representante debía ir conjunto al Clerk. El Sr. Cocoliso contesta “O.K.” y la Srta. Delgada le llamó la atención de una manera muy casual, como si fueran marido y mujer. A pesar de estos malos entendidos comencé a laboral con ímpetu y con la emoción de estar en mi campo de estudio.
Pasó el tiempo y comencé a notar un patrón de falta de ética departe de la Srta. Redonda contra varios empleados, e incluso contra mi persona. Les gritaba al frente de quien fuera, y los hacía sentir menos. Llegaba tarde, luego de ponchar, bajaba a la cafetería a desayunar, para luego repartir memos a los empleados, indicando que no podían bajar a la cafetería, ni desayunar en horas laborables. Se iba de almuerzo y ponchaba 15 0 30 minutos antes de la hora para hacer tiempo extra, a veces se iba temprano, y nadie le decía nada. Pues claro, su jefa era su mejor amiga. Los demás empleados comenzaron a denigrar el departamento por practicar la moral en calzones. Que mal ejemplo estaba presentando el departamento que se supone siga las normas en vez de abusar de ellas.
Llegó a un punto cuando la Srta. Redonda me salió con una mala-crianza, y una falta de respeto frente a un empleado que buscaba una solución a su problema, tuve que inmediatamente contener mi mano derecha, morderme los dientes fuertemente para no utilizar la violencia y restrallarla contra la pared. Decidí consultar la situación con el Sr. Cocoliso y no con la Srta. Delgada, porque al verlas siempre irse juntas de almuerzo y sus salidas personales en las noches, no veía como dirigirme a la situación. Él me indicó que hablaría con ella. Yo sé que no era mi posición, pero el Sr. Cocoliso, en esa reunión privada me pidió que enderezara el Departamento de Recursos Humanos, y que él sabía de la ineptitud de Redonda y Delgada. Pidió de favor que le ayudara a re-establecer la imagen del departamento.
Luego de esta reunión nos tuvimos una confianza peculiar. Sé que esto no se lo dijo a Delgada, para no ofenderle. A Redonda ni la llamó a la oficina. No hubo en ningún momento acción ante mi pedido.
Siguió el tiempo transcurriendo y de repente, yo tenía que hacer casi todas las tareas de Recursos Humanos porque la Srta. Delgada y la Srta. Redonda se pasaban todo el día en “Facebook”, “MySpace”, “Messenger”, hablando por el celular con sus amistades en alta voz, haciendo tareas universitarias, entre otras cosas no relacionadas al trabajo. Confirmé de esa manera que o el Sr. Cocoliso no les dijo nada, y si les dijo algo, ellas no le hicieron caso.
Me sentí incomoda con la situación porque todo el peso del trabajo estaba cayendo sobre mí y era la más baja en remuneración. Yo estaba haciendo funciones gerenciales y funciones de la Srta. Redonda que no me correspondían. Le pedí otra consulta al Sr. Cocoliso, esta vez me contestó que él no podía hacer nada al respecto. Tremendo director de Recursos Humanos, ¿No creen? Una persona que se supone tenga ante su poder resolver los problemas entre los empleados y la empresa. La persona que se supone tenga la solución y la autoridad para ofrecer un ambiente laboral libre de acosos y abusos.
¿En serio? ¿Cómo es posible que el director del Departamento de Recursos Humanos no pueda hacer nada? ¿Qué es esto?
La situación fue empeorando. Pero comencé a notar algo extraño. Estaba viendo que la Srta. Redonda estaba dándose lujos, que con nuestros salarios eran imposibles sostener, y con su historial de llanto por no tener dinero, mi sexto sentido, que por cierto es muy pronunciado, sospeché que la Sta. Redonda estaba haciendo algo indebido en el sistema de nóminas. Sino tenía dinero para arreglar su carro, no debía tener dinero para comprar carteras de marca y muchas otras cosas costosas. Procedí a verificar los reportes del sistema en los cambios de salarios. Sin querer destapé una caja de Pandora.
La Srta. Redonda estaba cambiándose su salario a altas cantidades con la contraseña y nombre de la Srta. Delgada, además en una ocasión utilizó el mío. Imprimí el reporte como evidencia de mi hallazgo. En ese momento yo estaba muy nerviosa, pero llamé al Sr. Cocoliso. Anterior al comienzo de mi empleo ya habían surgido situaciones personales sospechosas con la Srta. Redonda, lo que me dio a entender que la Srta. Delgada no tenía nada que ver con los cambios de salario. El Sr. Cocoliso, ante la delicada situación pidió mi opinión al respecto, diciendo que iba a despedir a la Srta. Redonda y a la Srta. Delgada también, a lo que le contesté que no creía que Delgada estuviese involucrada. Despiden a la Srta. Redonda y pensé que era el fin de ese incidente. Al menos eso creía yo.
Como siempre he demostrado que soy una persona de confianza y de lealtad, sumándole que descubrí este último incidente de fraude hacia la compañía, el Sr. Cocoliso me asignó tareas confidenciales que debieron haber sido asignadas a la Srta. Delgada, ya que ella era la gerente de Recursos Humanos. Aparentemente el Sr. Cocoliso no la creía capaz de realizar dichas tareas. La Srta. Delgada le cuestionó a Cocoliso su decisión de no darle las tareas confidenciales a ella y el por qué me las estaba asignando a mí. En ese momento entendía que la Srta. Delgada desconocía que había sido yo la que descubrió el esquema de fraude de la Srta. Redonda. Esto fue confirmado más tarde con el Sr. Cocoliso, quien hizo ver que se descubrió la situación por medio de una auditoria.
Yo pensé que iban a contratar a alguien para que ocuparan el puesto de Redonda, pero me ofrecieron la plaza nuevamente y la acepté. También pensé que entonces alguien ocuparía mi plaza, pero no fue así. El Sr. Cocoliso indicó que el presidente de la compañía, a quien llamaré el Lic. Cabrote, no quería a nadie más en Recursos Humanos y que la plaza estaba cancelada.
Yo entendí que podría ser posible entre Delgada y yo, correr el Departamento solas, si ella dejara de estar, en buen español “mojoneando” y se pusiera a trabajar.
El Sr. Cocoliso estaba en proceso de hacer su doctorado y siempre estaba ocupado con eso, por tanto estaba en manos de nosotras dos echar el Departamento adelante. Todas las tareas de la Srta. Redonda me fueron asignadas excepto el manejo de uno de los planes médicos, del cual se encargó Delgada.
En otras palabras me tocó hacer TODO el trabajo otra vez sola. Era una compañía de sobre 850 empleados activos y de como 2,000 inactivos. Y bien rara la vez se seguía el protocolo de debido proceso. Esto consistía en que cada servicio tendría un tiempo de espera, como por ejemplo, una verificación de empleo debía ser solicitada con 2 días de anticipación y una corroboración de empleo debía ser solicitada con 5 días de anticipación. En esa oficina las cosas nunca eran así, todo era para ayer.
Entre atender el teléfono, atender a las personas que entraban solicitando empleo en plena recesión económica, mantener las tablas al día, crear reportes, hacer las facturas del plan médico, visitar los proyectos, entrar data a los dos sistemas, amonestar, coordinar actividades para la oficina, verificar contratos, archivar, en fin un sinnúmero de tareas, pedí que por favor contrataran a alguien, pero siempre el Sr. Cocoliso decía que no, porque el Lic. Cabrote cerró esa plaza.
La Srta. Delgada no cambió su rutina diaria, se pasaba todo el día en Facebook, hablando por el celular con sus amistades, haciendo trabajos universitarios y dándome trabajos que le correspondían para que los hiciera yo. Por tanto con la acumulación del trabajo de Redonda el cual tampoco estaba al día, la falta de organización, la desfachatez de la Gerente de Recursos Humanos y la falta de acción del Director de Recursos Humanos, me elevaron el estrés a tal grado que tuve que visitar un fisiatra y recibir una semana de tratamiento.
No podía moverme por el dolor, caminar, comer, y estar acostada me dolía sobremanera. Él doctor me diagnosticó espasmos severos, en el área del cuello y hombros. Me indicó que yo debía tomar dos semanas de tratamiento bajo descanso, a lo que le dije que no era posible porque si eso ocurría, cuando regresara el trabajo iba a ser triple, por lo que opté recibir tratamiento en las mañanas y trabajar en las tardes. Colocando mi salud en segundo lugar por culpa del trabajo.
A principios del 2009, le pedí a la Srta. Delgada que por favor me autorizara a trabajar tiempo extra, porque se acercaba el tiempo límite de rendir los reportes de OSHA (Occupational Safety and Health Act) con la información del CFSE (Comisión del Fondo de Seguro del Estado) y ella sólo se limitó a preguntarme: ¿Para qué?
Un poco sarcástico que no sepa todo lo que había que hacer siendo la gerente del departamento.
Más tarde la secretaria legal, me llamó para indicarme que había llegado un facsímil para el Departamento de Rec. Humanos. Saqué de mi tiempo y bajé a buscarlo ya que el Dpto de Rec. Humanos no tenía facsímil. Me percato que era un facsímil dirigido a la Srta. Delgada departe de una amiga, era un trabajo para la universidad, el cual en horas laborables la Srta. Delgada comenzó a hacer sin importarle sus tareas laborales. Unas semanas antes, la Srta. Delgada había amonestado a otra empleada por estar enviando “faxes” no relacionados al trabajo. Este abuso de poder, ya me tenía loca.
Esta fue la gota que colmó mi paciencia, pues mientras yo hacía el trabajo de ella, el de la Srta. Redonda, el de archivar, el recién asignado trabajo de salud y seguridad, más el mío, ella estaba haciendo tareas universitarias personales en horas laborables. 
Que clase de ovarios, mi salud física estaba completamente afectada, estaba medicada y ella bien feliz con su mega salario y su salud intacta.
Ante la inacción del director más todo el estrés, cometí el error de sentarme a escribir en ese momento de ira, por correo electrónico a los jefes “grandes” de la compañía. Ya que escribí las cosas como las sentía y no como debí expresarlas. Pero para mi defensa yo estaba desesperada y no sabía que más hacer.
Ningún ejecutivo me ayudaba. Escribí una descripción de puesto de casi doce páginas, explicando todo lo que yo tenía que hacer. Añadí todo lo que ella estaba haciendo, por ejemplo, nada laboral, y se me salió La Comay que tenía guardada. Espepité que llegaba tarde, que se iba temprano, que no ponchaba cuando se supone que los gerentes poncharan una vez llegaran, que se tomaba dos horas de almuerzo, y expuse todo lo que hacía mientras se suponía que estuviese trabajando, añadiendo que todo ese trabajo ella lo dejaba en mis manos. Que esto era un abuso de poder. Que además recurrí a los canales correspondientes y nada ocurría. Pedí ayuda porque la carga de trabajo era inmensa para mi sola. No lo hice para hacerle daño a ella, pero lo hice para que entendieran mi calvario. Para que por lo menos uno de ellos resolviera esta situación.
Que sorpresa más grande cuando esto fue clasificado como algo personal, cuando simplemente era un asunto laboral.
Para “arreglar” un poco la situación en el departamento el Lic. Cabrote, presidente de la compañía, me reunió en su oficina. Esta persona recién se había divorciado, y comenzó a salir con una chica con quien yo tenía una amistad en el trabajo, al mismo tiempo esta persona también salía con la Srta. Delgada, ambas estaban enteradas y en fin lo que suceda en la cama de otros no es mi problema. 
Les explico esto fuera de contexto para que entiendan, el por qué ellos interpretaron esta situación seria como una completamente infantil.
El Lcdo. Cabrote se reunió conmigo para discutir la situación, alegó que como soy amiga de una, por eso es que estoy molesta con Delgada. Sinceramente por poco convulso, no podía entender cuan alto era el ego del presidente para que pensara que YO me prestaría para esas niñerías.
Le contesto que mi problema con la Srta. Delgada jamás ha sido personal. En todo momento mis alegaciones han sido laborales, tenía mucho trabajo y ella no hacía nada para ayudarme siendo mi supervisora. Que todo lo contrario, me daba más trabajo e incluso el trabajo que él estaba pagándole a ella para que hiciera.
En todo caso lo debería interpretar a la inversa, será que ella no me ayuda porque soy amiga de la otra. ¿No creén?
El Lic. Cabrote dijo que iba a hablar con el Sr. Cocoliso para tratar de resolver la situación. Deciden abrir una plaza (luego de 6 meses de súplicas) y contratan a la Srta. Garritas, en carácter temporero. En este tiempo tengo todo el estrés del trabajo más el estrés de adiestrar.
Ahora como destapé le ineficiencia laboral de Delgada comenzaron los abusos en contra mía a ser más notables. La Srta. Delgada buscaba cualquier minúscula situación en su poder para mortificarme y bombardearme con más trabajo. Hasta cierto punto entendía su molestia por haberla acusado ante todos los gerenciales, pero ella no me permitía hablarle de la situación, siempre que infería que algo que ella hacía me incomodaba o estaba mal, rápidamente me daba una mirada de indiferencia e intimidación, esto era previo a la situación.
Traté de aguantar sus cosas, pero ella siguió con los abusos, dándome más tareas, y asignándome funciones que le correspondían a ella. Siguieron como sea los abusos y esta vez la nueva recepcionista también se unió a la campaña de abusos, y entre las dos me hacían la vida imposible. Buscaba cualquier mínimo error que cometiera, y lo sacaba de proporción. Tenía el descaro de ordenarme a buscar expedientes, la vagancia no le permitía caminar hacia el archivo, por tanto tenía yo que buscárselos. Me hacía esto para atrasarme en mi trabajo.
En una próxima ocasión nos reúne el auditor de la compañía, el Sr. Tonto, quien pregunta el porqué de mi descontento. El Sr. Tonto acababa de llegar a la compañía como Auditor, (primo del presidente, y no entiendo al sol de hoy su incumbencia en el asunto), al llegar nuevo no está al tanto de lo que ha sucedido, pero cabe la posibilidad que haya estado influenciado por su primo. Decido explicarle la situación y luego se reúne con Delgada. En ningún momento discutieron los resultados con mi persona. Más tarde me enteraría de ello.
Mientras archivaba unos papeles en el expediente de Delgada me percato que no le dieron ni una amonestación verbal, ni escrita por lo ocurrido con la Srta. Redonda, ni por lo de mi caso. Sólo había un memo que el Sr. Cabrote le mandó a hacer por no haber hecho un trabajo a tiempo con fecha de cuatro años atrás. Lo que valida mi punto de que ella no trabaja. Su escritorio siempre estaba lleno de papeles, y todos pensaban que ella tenía mucho trabajo por todo ese papeleo, lo que no sabían era que como NUNCA hacía nada, todo estaba acumulado y poco a poco lo archivaba sin trabajarlo. Situación con la que me encontré cuando tuve que cubrirle unas breves vacaciones.
El odio de Delgada a mi persona la llevó a darme una amonestación injustificada. La Srta. Garritas y yo ponchamos para irnos de almuerzo a las 12:08pm, regresamos y ponchamos a la 1:07pm. El lunes cuando la supervisora de nóminas nos entrega el reporte para que verificáramos las horas, me percato que ese día la hora de almuerzo tanto mía como la de Garritas estaba incorrecta.
El sistema de ponche, tiene un reporte de cuadre de 7 minutos, por ejemplo si yo ponché a la 12:07pm, el reporte dirá que yo ponché a las 12:00pm, si ponché a las 12:08pm el reporte dirá que ponché a las 12:15pm. (Se cuadra a 15 minutos)
Esto fue lo que sucedió, como Garritas y yo ponchamos a las 12:08pm el reporte registró que ponchamos a las 12:15pm, al regresar ponchamos a la 1:07pm, el sistema registró que ponchamos a la 1:00pm.
Por tanto tomamos un almuerzo de 59 minutos y el sistema reflejó que tomamos un almuerzo de 45 minutos.
Sospechando que esto podría traer problemas, (recuerden mi sexto sentido pronunciado) imprimí un reporte que mostraba la hora real de los ponches de nosotras y escribí que ni Garritas ni yo habíamos incurrido en horas extras por tanto era innecesario el papel de autorización de horas extras.
Lo llevé a nóminas donde se encontraba la supervisora de nóminas junto a su jefa, ambas se percatan del error y autorizan a hacer el cambio en el sistema. Una vez haces el cambio, el horario anterior se elimina del sistema. Añadí el reporte que imprimí con la explicación, al reporte de nuestras horas y se lo entregué a la Srta. Delgada, quien eventualmente lo firmó y lo pasó para que nóminas lo procesara.
Quise prevenir que tomara esto de excusa para amonestarme porque yo sabía que ella me quería hacer daño. Una vez firmado, se procesa, cobro y se acaba el asunto. Pero para confirmar mis instintos que la Srta. Delgada me quería hacer daño hizo lo insólito, me llamó a la oficina para darme una amonestación escrita (Se supone que primero sea una amonestación verbal pero el punto era JODERME) por 2 cosas:
#1. Por haber ido a Nóminas sin antes haberle pedido autorización, porque era de mi conocimiento que ninguna hora incurrida puede reajustarse sin haber sido aprobada.
#2 Por haber incurrido en horas extraordinarias sin la debida aprobación.
Me molesté a tal grado que comencé a temblar de la ansiedad, la ira y el nerviosismo. Me contuve y le contesté:
“Yo expliqué la situación en el reporte, no es mi problema que firmes documentos sin antes verificar su contenido.” -Contesté a la defensiva, NUNCA he sido de carácter blando. Soy luchadora y no me hago la víctima como los abogados quieren que sea. Me defiendo con uñas y dientes y eso aparentemente me perjudica. O sea, tienes que hacerte el sumiso, el idiota y la víctima, para poder quedar bien ante todos. Pues NOOOO. Me rehúso. Ese no es mi estilo y nunca lo será. Un abuso es un abuso, se lo hagas a un criminal o a un niño. No debe importar contra quién se cometa si es un daño deliberado, es un abuso y punto.
Seguí con mi contestación:
#1 ¿Dónde dice que tengo que pedirte autorización para ir a Nóminas?
#2 ¿Dónde dice que incurrí en horas extras?.”
Incrédula, Delgada pidió el reporte a la supervisora de nóminas y se percató que de hecho la explicación estaba en el reporte.
Su cara de sorpresa y decepción me hizo saber que sus intenciones de hacerme daño eran evidentes. Además consideré que eso NO fue un reajuste porque mostré evidencia de que no incurrí en ninguna hora extraordinaria.
Le dije que no iba a firmar la amonestación porque la misma la iba a impugnar con el Licenciado de la compañía, a quien llamaré el Lic. Tráfala (cuñado del presidente de la compañía) y no la iba a firmar además porque no iba a permitir que siguieran hostigándome de esa manera.
Ella nunca amonestó en ninguna ocasión a la Srta. Redonda, sabiendo que ella incurría en horas extraordinarias, tomaba las horas de almuerzo a su gusto y llegaba tarde. Esto era prueba de una agenda en mi contra.
Asustada me contesta que Redonda no tiene nada que ver con la situación y le pregunté el porqué entonces me estaba amonestando por algo que la Srta. Redonda hacía siempre.
No me contestó y procedió con el memo. Le dije que dejara el hostigamiento y que había llegado al colmo, por querer amonestarme por un minuto de menos. Es en este momento en que saqué una cita con la abogada para ver que podíamos hacer. Me recomendó que le podía hacer una carta de cese y desista, pero corría el riesgo del despido, le dije que no quería hacer esto para evitar ese despido. Pues realmente necesitaba un sustento, mi padre estaba enfermo y en sus meses finales. No podía darme el lujo a que me despidieran.
La impugnación del memo fue cuesta arriba. Nadie hizo nada, ignorando como siempre mis reclamos. Era un complot en mi contra, haciéndome la vida imposible para obligarme a renunciar. Estaba totalmente desamparada. En toda reunión el Sr. Cocoliso destacaba que tenía el poder de terminar mi empleo en cualquier momento. Era un constante abuso, mi estado mental fue deteriorándose cada vez más. En esos momentos también mi padre muere de cáncer, dejándome como el único sustento de la casa.
El Sr. Cocoliso y varios compañeros asistieron al funeral, Delgada me dieron el pésame, pero sentí la hipocresía de estas personas. El presidente Lic. Cabrote tuvo la desfachatez una semana luego de mi padre fallecer, decirme que me veía fatal. ¿Cómo carajos quería él que yo me sintiera? En ese momento deseé que un misil se escapara de Iraq y aterrizara en su calva. Nunca dije nada.
Luego de esto ellos me sacaron de Rec. Humanos, me cambiaron por alguien que no tenía ni experiencia, ni estudios en el área laboral. Me enviaron para una planta de reciclaje a trabajar como Asistente de Operaciones.
Traté de buscarle el lado positivo a la situación, quedaba más cerca de mi casa y sobre todo no tendría que soportar los atropellos de Delgada ni los de Cocoliso. Para mi sorpresa este lugar era un exilio, siempre despiden injustificadamente a las personas desde ese lugar.
Aún así di lo mejor de mi. Traté de ponerme al día con las operaciones, pero el plan de sacarme de la compañía todavía estaba en pie, pues a un mes de mi padre fallecer el ingeniero que llamaré Ing. Excremento, quien conocía mis situaciones fue enviado por el Sr. Cocoliso para calumniarme y encontrar razones ambiguas y sin base para despedirme, hasta cuestionarme por el paradero de mi celular personal. En un paseo por la planta me preguntó: “¿Por qué no tienes el celular en tus manos?” Le contesté: “Ing. Excremento, con todo el respeto que usted se merece debo indicarle que la compañía no me paga celular, ni aporta a la mensualidad de mi celular personal por lo que entendía no era una obligación cargar con el mismo. Pero si quiere busco mi celular.” El día después de la visita con intenciones evidentes de despedirme por el Ing. Excremento, el Sr. Cocoliso me dice que estoy despedida como si yo fuera una animal con su dedo apuntando para la puerta, todo esto frente al supervisor de la planta. (-Bien profesional departe de un Director- estoy siendo sarcástica) Le doy las gracias al supervisor de la planta por toda su ayuda y por ser la única persona decente en ese lugar de trabajo.
Sólo escribir estas cosas afectan grandemente mi salud mental y física. Todas las cosas injustas que vi en ese departamento, me afectaron mucho. Despedir 30 empleados por una supuesta restructuración para que el presidente de la compañía llegara con un nuevo BMW, para aumentarse el sueldo entre ellos mismos, y despedir empleados que les caían pesados en nombre de la resrtucturación. Descarados, malnacidos. En aquellos momentos de mi vida estaba tan afectada que no pude comprender la magnitud del daño que me habían hecho. Recurrí a la bebida para aliviar mis dolencias, pero nada resolvía y ya por lo menos rectifiqué este daño. No los demandé porque la justicia en Puerto Rico es sólo para aquel que puede pagar por ella.
En aquel entonces no tenía medios para pagarle a un abogado y mucho menos irme en contra de una compañía multimillonaria. Lo que me hicieron no sólo acabó con el despido, mi presión sanguínea aumentó, la depresión fue extremadamente severa, aumenté 60 libras mientras me acosaban y 20 adicionales luego del despido. No tenía plan médico para ir al doctor. Estos individuos me troncharon la vida, intenté suicidarme en varias ocasiones sin éxito, casi me rendí. ¿Cómo los iba a demandar y reclamar mis derechos cuando me dejaron prácticamente en la calle y con la salud afectada?. No quería hablar con nadie y mucho menos saber de nadie, esto desde antes del despido. Llegaba a mi casa y me encerraba en el cuarto y no pude disfrutarme los últimos días de mi padre en esta tierra antes de caer grave.
Decidí llevar al caso a Normas y Salarios, esto fue sólo el comienzo de mi batalla con esta agencia, la reclamación la tomó una empleada con la cual estaba complacida por como me trató. Luego me entrevistó la Sra. Yadira Veguilla, inmediatamente quería que me atendiera otra persona, pues se atrevió a decirme que ella conocía a Delgada, pero fue la asignada a atender mi caso. Ya yo estaba en la defensiva al decirme que conocía a Delgada, pero decidí darle el beneficio de la duda y para no perjudicarla a ella en su trabajo no pedí que me cambiaran de investigadora.
Ella me mal informó diciéndome que yo no podía demandar a la empresa porque para eso estaban ellos. Además procedió a decirme que mi tono en los correos electrónicos eran subidos, sin saber todas las refutaciones y las razones por las cuales eran así. No obstante, recomendó el caso como uno no justificado por entender que el patrono no siguió el proceso debido establecido en el manual de empleados, procediendo con la terminación sin antes seguir la acción disciplinaria, que en lo que ella leyó correspondía una suspensión, sin verificar lo que yo reclamaba por acoso laboral, me dieron una amonestación escrita totalmente inválida.
WCorp. omitió en todo momento que hubo acoso laboral y el ex-patrono se dedicó a incluir en su informe correos electrónicos incompletos para distorsionar mi carácter. Luego recibo una llamada departe de Veguilla que nuevamente me subió la presión sanguínea, esta vez Cocoliso la contactó para decirle que una empleada llamada Margarita, dijo unas cosas que alegan salieron de mi boca, las cuales no son ciertas y les pedí que le dijeran a la empleada que lo hiciera con una declaración jurada.
De esta manera Veguilla me dio a entender que estaba recibiendo información adicional fuera del marco de su investigación. Evidenciando otra estrategia que utilizaba mucho Cocoliso en casos de despidos injustificados.
En fin, la empleada nunca dió esa declaración jurada y si lo hizo nunca fui informada de la misma. Esta agencia se tardó 10 meses en investigar el caso. Yo necesitaba ganarme un sustento para poder comer, por lo que me fui brevemente a Estados Unidos en busca de empleo. Antes de irme decido visitar la oficina para preguntar que procedería en mi caso si yo me voy del país. Rápidamente la investigadora Veguilla me contesta que me archivan el caso.
Le pregunté que si podía dejar a un abogado a cargo y me contestó que no, porque perdería jurisdicción. O sea pretenden que me muera de hambre pues en Puerto Rico no hay trabajos y ellos se dieron su puesto en investigar el caso. En junio 2010 a mi hermana le hicieron una operación delicada en el cerebro, vine a estar con ella en sus citas previas a la operación y quedarme cuidándola post-operación.
Lamentablemente esta operación coincidió con una citación que esa oficina de Normas y Salarios me hizo. Responsablemente llamé para posponer la misma, la Sra. Veguilla se había ausentado por lo que pedí me comunicaran con el director. Me contestó el Sr. Luis Figueroa y le expliqué mi situación personal. Él me dijo que me ayudaría con el caso y me daría los resultados de la investigación, pero nunca me llamó.
Envié una carta pero ellos alegan que nunca la recibieron y procedí a enviar una versión mejorada y certificada, esa sí la recibieron. En vez de darme los resultados de la investigación lo que hicieron fue archivarme el caso y aclararme que sí podía tener representación legal. Yo no tenía dinero para pagarle a un abogado. No tenía trabajo, no tenía dinero para regresar a Puerto Rico y refutar, las alegaciones y apelar a que no cerraran el caso.
Con los gastos de la operación en donde me encuentro no había dinero ni para comida. Pasé un período de hambruna, pase fríos pues no había dinero para la calefacción, la depresión era horrible, y mucho menos podía visitar un doctor pues no tenía con qué pagarle.
El carro que tenía en Puerto Rico fue reposeído por el banco. Estas personas me dañaron el crédito. No ha sido nada fácil mi vida y me ha costado muchísimo volver a ponerme en pie. Ahora pude conseguir un trabajo pero todavía tengo pesadillas de que mi nuevo patrono contacte a estos MAL-NACIDOS, y ellos le hablen mal de mí. He ahorrado todo para poder pagar ahora un abogado, pues los abogados que había tenido previos me han fallado y se tomaron su puesto en hacerlo. Resulta que nadie quiso tomar mi caso.
Me tardé en reclamar mis derechos no por falta de ganas, sino por falta de recursos, y ahora que los tengo no puedo hacer nada porque NINGÚN abogado se digna en ayudarme y el tiempo límite es en Julio de este año 2012. Sólo tengo un mes para que mis reclamos sean atendidos pero estoy lejos. Una abogada quiso ayudarme pero no tiene el tiempo para hacerlo, le agradecí su gesto. Pero ahora mismo estoy totalmente decepcionada con el sistema de burocracia de Puerto Rico. Estos atropellos necesitan ser rectificados. De no ser para mi, para futuras víctimas de Acoso Laboral.
Por lo menos he caído sabiendo que lo intenté y que no permití que estas personas inescrupulosas destruyeran mi vida por completo sin yo por lo menos dar la batalla. Tenemos que exigirles al gobierno que dejen de estar doblándose en cuatro para las empresas y se den cuenta que a los riquitos hay que pararles el caballito y hacerles pagar el precio de la ley como mismo le hacen a Juan del Pueblo.
No quiero desearles mal a nadie, pero estas personas merecen lo siguiente:
Al Sr. Cocoliso, que la mujer quien es 30 años menor que él se acueste con su hijo Cocoliso Jr. y tenga una muerte de esas en la que una compactadora del camión de basura se safe y le abra el cerebro y no le quieran pagar el seguro a su familia como le hicieron a uno de los empleados.
A la Srta. Delgada, no le deseo la muerte, pero se merece que su nuevo patrono se la lleve a la cama y le pegue el sífilis, la gonorrea y todas las enfermedades sexuales que se merece. Además de que le den un exagerado volumen de trabajo que la lleven a la locura.
Al Sr. Excremento: el mundo sería un mejor lugar si se tirara desde la azotea del Pent-House, o si accidentalmente se tropezara y terminara en la trituradora de metal del propio centro de reciclaje que usted creó.
Al Sr. Cabrote: sólo le deseo dos cosas. #1. Que sea pobre por el resto de su vida. #2. SIDA.
Al Sr. Tráfala: que siga lambiéndole el rotito a la familia de degenerados a la que pertenece.
Al Sr. Tonto: sólo que le de incontinencia urinaria en todos lados y sin usar Depends.
A la Srta. Garritas: por no haberme dado copia del memo injustificado luego de haberle enseñado todo lo que sabía, más sabiendo las injusticias no habló, mereces romperte la otra pierna y que tu nuevo marido siga siéndote infiel.
Bolas de degenerados, mal-nacidos y descarados. Espero que les de piojos en sus genitales y terminen en un manicomio.
¿Me desahogue? Creo que sí...
Atentamente,
Jannelle